Problemas – Terapia para la depresión

Depresión y suicidio

La depresión es una afectación cada vez más frecuente y sobre la cual la sociedad habla con menos miedo.

La salud mental empieza a tener espacio en nuestras vidas y en la sociedad en su conjunto. El lunes 09 de mayo de 2022 se inauguró el teléfono 024 para la prevención del suicidio, dentro de la campaña “Llama a la vida” y el primer día recibió más de mil llamadas. El suicidio es la primera causa externa (no natural) de muerte en España. En 2020, 3941 casos contabilizados.

La peor consecuencia de la depresión es el suicidio. Consecuencia especialmente peligrosa en la adolescencia.

Existen diferentes tipos de depresión, algunos de ellos con peor pronóstico que otros, como es el caso de la depresión mayor, pero en general es un problema que la terapia para la depresiónpuede abordar, puede remitir y dejar paso a disfrutar de la vida.

Cada persona puede caer en un proceso depresivo por diferentes motivos, algunos de ellos son de carácter inconsciente, por lo que uno no encuentra explicación a su profundo malestar.

La depresión genera mucho sufrimiento a la persona y al entorno familiar.

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Indicadores riesgo de suicidio
Sin intento previo

Tal y como dice la guía para la prevención, detección e intervención en casos de ideación suicida en el ámbito educativo del Gobierno de Aragón del 2021, los indicadores de riesgo o señales de alerta de ideación suicida, los podemos clasificar en 2 tipos:

Verbales

Sentimientos de desesperanza con una visión de que no hay futuro o muy negativa.

“No tiene solución”; “No va a mejorar nunca”.


Sentimientos de desesperación, de que ya no se puede soportar o tolerar más una situación o estado vital.

“Esta vida es un asco”; “Mi vida no tiene sentido “.


Sentimientos de desamparo, como considerar que no es importante para nadie, que estorba o que las cosas estarían mejor sin él o ella. Sentimientos intensos y abrumadores de culpa, vergüenza y odio hacia sí mismo/a.

 “No valgo para nada”.


Comentarios relacionados con la muerte.

“Me gustaría desaparecer”; “Quiero descansar”; “No deseo seguir viviendo”.


Conversaciones reiterativas sobre la muerte, realizar despedidas inusuales orales o escritas.

 “Quiero que sepas que en todo este tiempo me has ayudado mucho”; “Siempre te querré”.


Expresión abierta y directa sobre sus deseos de quitarse la vida, amenazando sobre quererse hacer daño o matarse. Este pensamiento se manifiesta con distintos grados:

      • Sin planteamiento de la acción.
      • Con un método indeterminado.
      • Con un método específico, pero no planificado.
      • Plan suicida concreto (esta situación indica un alto riesgo de suicidio)

Estas verbalizaciones también pueden ser expresadas por escrito a través de notas, cartas, mensajes en redes sociales…

Debemos recordar que, contrariamente a lo que se piensa, interrogar sobre la existencia de las ideas suicidas no incrementa el riesgo de desencadenar este tipo de acto y puede ser la única oportunidad de iniciar acciones preventivas.

No verbales

Aunque una persona no verbalice sus ideas suicidas, podemos llegar a sospecharlas a partir de determinadas señales:

Presencia de un evento desencadenante o precipitante.

Observación de un cambio repentino en su conducta habitual. Este cambio puede ir en dos sentidos:

  • Aumento significativo de la irritabilidad, mayor agresividad, no respetar límites.
  • Periodo de calma y tranquilidad repentino cuando previamente ha presentado gran agitación. El cese de la angustia es signo de grave peligro de conducta suicida, pues se ha resuelto el conflicto entre los deseos de vivir y los deseos de morir a favor de estos últimos.
  • Existencia de un intento previo de suicidio. El periodo de mayor riesgo es de los tres a los seis meses posteriores.
  • Conducta imprudentemente temeraria, búsqueda de mecanismos para hacerse daño.
  • Actitud pasiva, apatía, falta de energía, tristeza, aislamiento, retraimiento social.
  • Incapacidad para experimentar placer con actividades habituales.
  • Descuido en la apariencia personal.
  • Dificultades en la concentración, desatención y, como consecuencia, pérdida de la memoria.

Alteraciones en los patrones de sueño o alimentación.

Cerrar asuntos pendientes habla a favor de la existencia de un plan suicida: Entregar sus pertenencias a seres queridos, resolver asuntos pendientes, cerrar cuentas de redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram, llamar a personas para despedirse, tener escondido el futuro método para lograrlo (acumular medicación, llevar consigo el tóxico, la cuerda, etc.) o ingerir bebidas alcohólicas en cantidades y con una frecuencia inusuales, mediante lo cual la persona trata de lograr «el valor» necesario para llevar a cabo sus intenciones.

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